Los libros se apilan a mis costados, observándome con sus diminutos ojos curiosos, pero interrogantes.
Saben que esto no puede suceder y saben lo que yo me niego a saber: No puedo.
No puedo con el tiempo deslizándose por entre las sábanas, ni la verdad abofeteando mi rostro.
La energía escurre por mis arrugados pies, inundando poco a poco la habitación de 3'x8'.
Y hace un sonido parecido a pequeñas mordidas, suavecitas y olvidables... pequeñas mordidas del papel mojándose y consumiéndose por la energía perdida.
Porquería, yo qué se. Son las 6 de la mañana y los libros are looking at me. Me observan y yo espero esconderme, que no me vean mientras saco el vino, ni mientras invito hombres a la casa.
Mierda, ¿a quién engaño? Mi vida es tan simple, que los libros se suicidan saltando uno tras el otro, perdiéndose en el vacío, que yo llamo piso, en un grito desesperado por algo llamado vida.
Joder, joder, joder.
La verdad me abofetea y el tiempo se desliza y aún así... ¿no encuentro la respuesta?
"Excusas" dirían, los libros, mientras se avientan poco a poco. Excusas... y malas, para el caso. En lo que la mañana llega, y busco esconderme de mis testigos en un mundo más iluminado y más lleno de distracciones.
Aunque todos sabemos que no puedo.
Joder, quiero dormir.
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